Recortes Cero
Expresamos nuestra más radical y profunda posición crítica ante las
declaraciones de Pablo Iglesias: “Sin personas como Arnaldo Otegi no
habría paz”.
No vamos a aceptar que, en su derrota, ETA deje intactos los “huevos
de la serpiente” de sus ideas fascistas, las que justificaron el
terror, el tiro en la nuca o el coche bomba.
No solo no van a arrepentirse de haber sido unos asesinos fascistas,
sino que quieren que eso pase a la historia como “valor y dignidad”.
Cuando toda España estaba movilizándose en las calles contra la
ejecución de Miguel Angel Blanco anunciada por ETA, Arnaldo Otegi
admitió en la entrevista realizada por Jordi Evole en “Salvados”
que en ese momento “estaba en la playa, como un día normal”. No
puede concentrarse mejor en una sola imagen el abismo de principios
entre las personas de bien y alguien como Otegi.
Otegi participó, el mismo día que se emitía la entrevista por
televisión, en una manifestación que reclamaba “la vuelta a casa”
de todos los presos de ETA. Ahora, Otegi afirma querer “hacer
autocrítica”, mostrar “empatía con las víctimas”, y apostar
“por la reconciliación”.
Pero un fascista no puede “hacer autocrítica” sin dejar de ser
fascista. Y ese no es el caso de Otegi.
A cualquier demócrata debe provocarle náuseas escuchar a Otegi
justificar el terror de ETA al declarar que “cuando se humilla y
frustra a la gente, las consecuencias suelen ser bastante, bastante
graves”.
¿Pero de qué está hablando? El fascismo de ETA, como el del
integrismo islámico, nada tiene que ver con “la reacción de un
pueblo”. El terrorismo, y el de ETA es un claro ejemplo, solo está al
servicio de los más negros intereses.
Por eso inquieta escuchar a Otegi negándose todavía a condenar los
asesinatos de ETA, afirmando que “no contribuye en nada a la actual
situación”, resoplando que “es la palabra tabú, la condena famosa,
siempre dándole vueltas a lo mismo”. Y concluyendo: “¿Por qué
tenemos ese empeño en hablar de algo que ya no existe?”.
ETA, y personajes como Otegi, han sido derrotados gracias a la
movilización de todo el pueblo español, con la rebelión democrática
vasca a la cabeza. Su derrota no será definitiva hasta que no entreguen
las armas y se disuelvan incondicionalmente.
Pero contra lo que nos dice interesadamente Otegi, claro que “seguirá
existiendo” un problema: los “huevos de la serpiente”, las
pegajosas ideas y climas de opinión que han justificado, y siguen
haciéndolo, el terror impuesto sobre la población.