>

Blogs

La Opinión de Luis Herrero

La Opinión de Luis Herrero Rubinat

Bello sexo, sexo débil

»Queda mucho por hacer hasta aplastar las ínfulas que demuestran los que te quieren débil para que ellos se sientan fuertes; pero hay que ganarles, mejor, arrollarlos.

 

 

Débil te dicen, y seguro que no es por la fuerza física que puedas demostrar o dejar de demostrar. Que también, y si no que se lo pregunten a Lidia Valentín. Débil te ven los que aspiran a consolidar su supremacía sobre todas las personas del género, sobre todas las mujeres; una superioridad que les permitiría mantener los roles de dominada/dominante, obediente/obedecido o vasalla/señor.

Porque en su mero enunciado, sexo débil/sexo fuerte, subyace precisamente la idea de establecer rangos, controles y dominios propios de culturas antediluvianas o de ideologías ultramontanas que se sitúan en las antípodas de las sociedades tolerantes y democráticas. Ya en las Partidas se manifiesta que «de mejor condición es el varón que la muger en muchas cosas, e en muchas maneras». En tiempos de los romanos las féminas tenían la consideración de imbecillitas sexus. La mujer como ser inferior y el hombre como ser superior, ellas sometidas a ellos; el sexo débil a expensas del sexo fuerte.

Unas premisas que las leyes españolas han mantenido, salvo honrosas excepciones, hasta la Constitución de 1978. Durante el franquismo la mujer estaba obligada a obedecer al marido y a seguirlo allá donde fijara su residencia, el marido era el representante de su esposa, esta tenía prohibido comparecer en juicio sin la licencia de aquel y a las jóvenes se las obligaba a permanecer en el hogar paterno hasta que se casaran o entraran en el convento.

Mujeres trabajadoras siempre han existido, aunque no siempre se las ha reconocido ni su capacidad ni el trabajo que realizaban. En estas fechas en que el mundo celebra el Día de la Mujer Trabajadora, cabe echar la vista atrás y asombrarse de las condiciones laborales que padecieron durante buena parte del siglo pasado: la mujer casada necesitaba de autorización del marido para formalizar el contrato de trabajo, la licencia maritalis, y el marido podía exigir que le ingresaran directamente en su propia cuenta bancaria la remuneración correspondiente al trabajo de ella. Criar hijos y atender al marido eran las tareas que correspondían al sexo débil, a la mujer. Por esa razón contraer matrimonio constituía causa de despido, sin derecho a indemnización.

Diccionario machista

Débil te siguen diciendo, a pesar de lo que han cambiado los tiempos para bien. Sin ir más lejos la RAE insiste en mantener en su diccionario los conceptos de sexo débil y sexo fuerte (o sexo bello y sexo feo) para definir, respectivamente, al conjunto de mujeres y al conjunto de hombres. Ahí sigue, a pesar de lo arcaico del contenido y de la atávica concepción que subyace en esa terminología. Pero algo se mueve desde que una joven de dieciocho años ha conseguido más de 86.000 adhesiones, entre ellas la mía, para suprimir ambas definiciones a través de la plataforma change.org y ha revolucionado las redes sociales.

Débil, siempre débil te quieren los sectores más reaccionarios. Como Korwin-Mikke quien sostuvo en la eurocámara que «las mujeres deben ganar menos porque son más débiles, más pequeñas, menos inteligentes». Resulta curioso comprobar cómo este misógino polaco, al igual que el DRAE, insiste en utilizar el adjetivo débil para referirse a las mujeres. Pero lo que ya resulta intolerable es que se emplee tan denigrante expresión para promover la desigualdad, algo que va en contra de las leyes europeas y nacionales, y más aún si se realiza en el máximo órgano de representación democrática de la Unión Europea.

Otra cosa es que la polvareda que se levantó a raíz de esas declaraciones se la podían haber ahorrado sus señorías. Hubieran prestado un servicio mejor a las mujeres y a su dignidad si las fuerzas empleadas en contestar al ilustre carcamal se emplearan en combatir la desigualdad salarial entre hombres y mujeres en Europa. Una brecha que en España supone un 23%, unos 6.000 € al año.

Débil te pintan el futuro quienes siguen anclados en la caverna. No son tiempos fáciles para los derechos humanos en general, tampoco para los derechos de las mujeres. El propio Korwin-Mikke llegó a cuestionar el derecho al voto de las mujeres. Aunque la palma en materia de despropósitos se la lleva el presidente de los Estados Unidos cuando define a las mujeres como objetos estéticamente agradables y defiende que llevar el burka es más fácil para las mujeres porque así se ahorran el maquillaje.

Queda mucho por hacer hasta aplastar las ínfulas que demuestran los que te quieren débil para que ellos se sientan fuertes; pero hay que ganarles, mejor, arrollarlos. Por eso la solicitud planteada a la Academia de la Lengua para que retire del diccionario la expresión sexo débil debería ser atendida de manera inmediata. No basta, como han señalado desde la RAE, con que se introduzca una marca de uso para advertir que se utiliza «con intención despectiva o discriminatoria». El diccionario oficial de una lengua que sirve de vehículo de comunicación a más de 500 millones de personas debe retirar esa locución por machista, por obsoleta y por ofensiva. Sería una buena manera de responder a los elementos más reaccionarios del cosmos mundial y también constituiría una magnífica noticia para celebrar este año el Día de la Mujer Trabajadora.

La Opinión de Luis Herrero Rubinat

Sobre el autor

Otro punto de vista de la actualidad por Luis Herrero Rubinat