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Capullos de primavera

»Lo único que los populares han conseguido es ofrecer un espectáculo de cuchillos largos, cartas marcadas, cambios de reglas a mitad de partido, árbitros parciales, desprecio a las bases y, sobre todo, mucha desorganización.

 

La primavera ha venido./Nadie sabe cómo ha sido. (Antonio Machado).

Llega, prematura, la estación que la sangre altera; en algunos hasta límites insospechados. El cielo límpido recibe radiante la buena nueva sobre la entrega de armas por parte de los terroristas de ETAEl tiempo ha puesto a cada uno en su sitio y nos queda un recuerdo imborrable para los policías y guardias civiles, jueces y fiscales, funcionarios, políticos, catedráticos y demás víctimas de la tiranía etarra. La primavera de la paz se ha instalado en España hace años, esta vez para quedarse. Atrás queda la negrura del fanatismo que intenta describir en Patria Fernando Aramburu, un invierno gélido que duró medio siglo y sesgó más de ochocientas vidas.

Como los capullos en primavera, en León brotan miserias cada día. FEVE, por ejemplo, es una de las vergüenzas que serpentean, sempiterna, por la noble piel del Reino. O la sanidadVuelven a cerrar una planta del hospital y vuelven los problemas para los profesionales y pacientes en medio del caos, de camas cruzadas y de la indiferencia de la mayoría de los grupos políticos. Parece como que este tipo de situaciones a fuerza de repetirse van perdiendo interés, que ya no sorprenden tanto ni generan la indignación que merecen.

De los problemas derivados por el afán de recortar en los gastos de sanidad no hablaron los precandidatos a la presidencia del PP de Castilla y León. En realidad no se pronunciaron sobre ninguno de los aspectos que interesan a los ciudadanos, pese a la prodigalidad mediática que se les dispensó. Los de la gaviota hicieron un amago de democracia interna abriendo las urnas justo cuando los inspectores del Banco de España terminaban de declarar, después de seis horas, sobre la mala praxis llevada por el consejo de administración en Caja España en tiempos en que era consejero el número tres del partido, Fernando Martínez Maillo. Un asunto sobre el que tampoco se manifestaron los aspirantes, a pesar de que el de Zamora se volcó con el candidato ganador.

Ni participación ni fair play

Pero nada es lo que parece. Por mucho que se anuncie la llegada de la primavera de las primarias al PP, los hechos han demostrado que no hubo democracia interna ni capullo que se le parezca. Tampoco hubo juego limpio entre los candidatos. Lo único que los populares han conseguido es ofrecer un espectáculo de cuchillos largos, cartas marcadas, cambios de reglas a mitad de partido, árbitros parciales, desprecio a las bases y, sobre todo, mucha desorganización.

Llaman democracia a un apaño en el que de 48.000 militantes en toda la autonomía solo permiten votar a 6.000, un 12% del total. Insultan a la inteligencia de los ciudadanos cuando en León, la provincia con más afiliados, el porcentaje de los que permiten votar apenas llega al 6%, el menor de la comunidad. El PP de Castilla se mofa del PP de León cuando permite que en el feudo de Mañueco puedan votar más del doble de militantes que en León, a pesar de que León cuenta con más del triple de militantes que Salamanca. El derecho a la participación de los ciudadanos es un argumento que, en sede judicial, desenmascararía esa pantomima de primarias de los conservadores. Hasta el propio presidente del PP leonés habla de “agravio territorial” para los militantes de esta tierra. Se trata del mismo agravio, pero multiplicado a la enésima, que venimos sufriendo el conjunto de leoneses desde que hace 34 años se constituyó la dichosa autonomía. En este sentido bien está que los populares leoneses prueben su propia medicina, la misma que nos endilgan a los ciudadanos de a pie desde entonces. Cuánto mejor sería para todos que a León le llegara la primavera autonómica que tanto se le resiste.

Tampoco hubo juego limpio ni fair play que valga. Martínez Maillo, quien posiblemente tendrá que pasar por los juzgados de León no tardando mucho por su gestión en Caja España, puede aprovechar el viaje para explicar a orillas del Bernesga por qué mando a los hombres de negro de Génova a controlar el censo leonés, y no lo hizo en ninguna otra provincia de esta su comunidad. Se guardaron las formas, pero Maillo y Mañueco formaron un tándem pendenciero y sibilino hasta el mismo momento de cerrar las urnas. Sobre todo desde que los hombres de Herrera, otro de los grandes perdedores de las primarias, comenzaron a posicionarse a favor de Silván. Mientras el salmantino exhibió bajo una piel de cordero sus colmillos lobunos, el alcalde de León se presentó como un recental de sonrisa resignada. Toño ha comprobado en sus propias carnes que con amigos como su compañero y homólogo salmantino, no necesita enemigos.

Primavera interminable, la que ha disfrutado el PP de Castilla y León: en julio cumplirá nada menos que 30 años ininterrumpidos al frente del gobierno de la comunidad. A Juan Vicente se le puede cuestionar su gestión, pero no su templanza, su educación y su saber estar. La primera prueba a superar de la era Mañueco está señalada para dentro de dos años. Será el momento de comprobar si el PP continúa en racha o si el pupilo de Martínez Maillo sufre un traspié y enfila a su partido hacia un invierno glacial en la oposición, sin la calidez ni el colorido ni los capullos que se disfrutan con la llegada de la primavera.

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