Antes de que los teléfonos móviles hicieran nuestra vida más ¿fácil?. Las cabinas telefónicas constituían un lugar fundamental para el desarrollo de la vida en comunidad.
En 1924 el arquitecto Sir Giles Gilbert Scott diseña, sin duda, el prisma más famoso del planeta, the British telephone box. Las primeras cabinas telefónicas no estaban fabricadas en hierro como las actuales sino de cemento armado. Su característico color rojo pasa de Corinto se eligió para que fueran fáciles de localizar. Se dejaron de fabricar en 1986 pero aún continúan siendo un rasgo Brit inequívoco.
Todo tipo de individuos formaban una rigurosa y organizada fila junto a la icónica telephone box. Deslizabas unos pennies o pounds a través de la ranura y esperabas a ser conectado con el mundo exterior. Para los Brits, personas tímidas por naturaleza, esperar en la fila suponía una oportunidad de intercambiar noticias y cotilleos con los vecinos y además una oportunidad de disfrutar a la intemperie de las bondades del British weather. En ocasiones la espera y la consecuente conversación era tan larga que ya no era necesario contactar con alguien a través del teléfono.
Una vez dentro de un British telephone box, la privacidad era absoluta. En la actualidad con el uso de los teléfonos móviles esa privacidad ha desaparecido, es más, casi gritamos para poder ser escuchados allende los mares. Los actuales dispositivos móviles, además de escuchar y ser escuchados, nos permiten vernos las caras y otras innumerables posibilidades, impresionante, pero, hemos perdido glamour.
En las red telephone boxes se mantenían conversaciones apasionantes sobre nuestros sentimientos y secretos más personales. Decíamos frases tales como: “ahora voy a colgar y salir de la cabina, mañana al anochecer, my darling (…) my love, volveré a llamarte”
Con los actuales teléfonos móviles las conversaciones han perdido toda pasión, decimos frases fundamentales para el desarrollo de nuestra civilización: “soy yo, estoy ya en el tren”.